Tejiendo desbordes para continuar cuidando: el caso de los comedores populares de Lima, Perú
- alicastronovo
- 30 jun
- 5 Min. de lectura
Las mujeres de los comedores populares generan diversas formas de agencia conscientes o no, feministas explícitas o no, para asegurar directa e indirectamente el cuidado. Se trata de un ejercicio de desborde constante del Estado desde lo cotidiano y, a través de relaciones de cooperación y/o confrontación con el Estado.
Jazmin Goicochea Medina (Integrante del GT CLACSO)
Este artículo fue publicado en el sitio web del programa de investigación Revaluing Care in the Global Economy en el marco de los seminarios de investigación.

“No contamos con alianzas con el Estado, pero sacamos lo que podemos”, precisaba una mujer organizada en el comedor popular Los Diamantes, ubicado en el distrito de Comas, en Lima. Esta afirmación expresa el tipo de relación que establecen las mujeres de comedores populares de Lima con el Estado peruano. A veces encuentran necesario cooperar y, como en ocasiones se enuncia, ser funcionales al Estado, y otras veces confrontan de forma estratégica. Se trata de un territorio minado en el que cualquier paso en falso les puede costar el cierre de sus organizaciones, pero necesario de articular para existir.
Los comedores populares en contexto
Los comedores populares surgieron durante la segunda mitad del siglo pasado, en un contexto de grandes cambios estructurales en el Perú y de precarización de la vida en todos los sentidos. Esta temporalidad implicó un tránsito hacia el fortalecimiento del sistema empresarial antes caracterizado por su carácter de enclave, la consolidación de la liberalización económica y la democratización. Estos cambios y la creciente migración hacia ciudades como Lima trajeron consigo necesidades materiales que el Estado no logró resolver, entre ellos, la alimentación.
Este contexto fue escenario del surgimiento de forma autogestionaria y autoorganizada de asociaciones de pobladores, organizaciones vecinales, comedores populares, entre otras. La división sexual del trabajo apareció como transversal, pues el trabajo de las mujeres en el cuidado de los niños y niñas, la atención de los esposos y la procreación era infravalorada, no solo en términos salariales en tanto es gratuito, sino también en términos sociales.
Diversas ONGs acompañaron estas organizaciones, tanto religiosas como feministas, aunque las últimas surgieron un poco más tarde. En particular, de la mano con ONGs feministas, los comedores populares generaron propuestas para su reconocimiento por el Estado que incluye un subsidio a las raciones que brindan, sin éxito al principio. Esta articulación implicó el origen de la Federación de Mujeres Organizadas en Centrales de Comedores Autogestionarios y Afines de Lima y Callao (FEMOCCPAALC) y, posteriormente, la Confederación Nacional de Mujeres Organizadas por la Vida y el Desarrollo Integral (CONAMOVIDI).
La precariedad se intensificó durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), tras la aplicación de políticas de ajuste estructural que fortalecían la neoliberalización del país frente a la hiperinflación que vivió el Perú a finales de la década anterior. En efecto, los comedores populares aumentaron su presencia y construyeron un proyecto de ley que reconoce el trabajo desarrollado por las organizaciones para la alimentación y un subsidio no menor al 65% del costo de las raciones. En 1991, se aprobó por unanimidad parlamentaria una normativa al respecto, aunque su reglamentación tardó varios años.
Dicho evento y una serie de medidas abrieron paso a una relación cercana entre el gobierno de turno y las organizaciones sociales. Cabe señalar que esta relación ha sido caracterizada por la desmovilización de dichas organizaciones y de cooptación y subordinación de parte del Estado. Además, se trató de un gobierno que instaló la represión a toda forma de organización social que disputara con el Estado como respuesta necesaria.
Tejiendo desbordes desde las experiencias de las mujeres
El contexto descrito nos plantea la siguiente interrogante: ¿cómo se organizan las mujeres de los comedores populares tras su reconocimiento, considerando la constante lógica de represión a la organización social del Estado peruano? Al respecto, argumento que las mujeres necesitan desbordar su relación con el Estado para cuidar porque, además, el subsidio que reciben es insuficiente para cubrir sus necesidades. En su cotidiano, generan lógicas de reconocimiento y agradecimiento a sus madres y mujeres fundadoras de sus comedores populares por su trabajo. Con ellas, tienen una relación jerárquica y de obediencia, pues entienden su experiencia como sabiduría. A la vez, establecen relaciones de amistad y confianza, y se constituyen como espacios de diálogo, confianza, amistad y compartir.
Aunque parezca contradictorio, los conflictos cotidianos también sostienen a los comedores populares porque las fortalecen en las decisiones que toman para sostenerse. Estos pueden ser las disputas para brindar alimentos gratuitos a personas en situación de vulnerabilidad o abandono (llamados casos sociales), la sobrecarga de trabajo, el descenso de participación de las mujeres jóvenes, la falta de autocuidado, así como los conflictos con sus familias por el tiempo que brindan a su trabajo.
La autogestión les permite generar mejores condiciones materiales para organizarse. Las mujeres venden las raciones que cocinan a precios bastante bajos, aportan económicamente todos los meses o brindan insumos que, en casos en los que la agricultura es su trabajo, son producidas por ellas, aperturan nuevos negocios como la venta de postres, así como se involucran en proyectos con ONGs.
Además de sostener cotidianamente los comedores populares, las mujeres cooperan y confrontan con el Estado. En términos de cooperación con el Estado, aprenden y ponen en práctica las normativas existentes, no solo sobre sus organizaciones, sino también utilizan normas que reconocen a promotoras de salud, educación y legales, pues son de utilidad para aportar de forma integral a su comunidad. También acuden al presupuesto participativo para mejorar la infraestructura de sus locales, así como a diferentes instancias del Estado para capacitaciones, como los Ministerios de Desarrollo e Inclusión Social, de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, y las Municipalidades Distritales. Del mismo modo, acuden a autoridades locales, coordinadoras distritales de los comedores populares o federaciones de comedores populares a nivel local y nacional con influencia en autoridades con capacidad de toma de decisión sobre asuntos que son de su interés.
Aunque cuentan con una historia de movilización para su reconocimiento, intentos de cierre de sus organizaciones o reducción de presupuesto, actualmente, señalan que es necesario ser cuidadosas y estratégicas para movilizarse. Las mujeres saben que existe la posibilidad de que sus comedores populares sean cerrados si disputan con el Estado. Cabe señalar que no solo se han articulado por mejores condiciones para mantener sus organizaciones sino también se pronuncian durante el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el Día de la Lucha contra la Violencia de Género, e incluso en contra de gobiernos antidemocráticos como el de Dina Boluarte (2022-hoy).
El diálogo con las mujeres me permite afirmar que el sentido de cuidado que atraviesa a organizaciones como esta es unidireccional hacia personas vulnerables, la sobrecarga de trabajo es la normalidad y, aunque el autocuidado se enuncia, se diluye en el cotidiano, debido a que es lo que han aprendido de sus ancestras y es reproducido por el Estado desde que traslada la responsabilidad de cuidar a las mujeres más empobrecidas. A partir de esta forma de pensar la necesidad de cuidar, generan estrategias que pueden implicar diálogo o disputa con el Estado porque su principal objetivo es resolver la necesidad de alimentación que surgió, en muchos casos, desde que habitan Lima. A ello me refiero con desbordar el Estado: transitar sobre la normativa que existe, aprovecharla e incluso indagar sobre estrategias por fuera de él.
Aún quedan muchas preguntas por hacer. Plantearé algunas para la reflexión: ¿cómo las características particulares de los territorios, sus procesos de urbanización y contexto penetran en la forma de organizarse de las mujeres y sus experiencias en el cuidado? ¿qué implicaciones tiene la represión social en experiencias organizativas como estas? ¿qué papel cumplen las instituciones privadas, como ONGs, en el sostenimiento de estas organizaciones y qué particularidades imprime en ellas? ¿qué diferencias y particularidades implica la lógica emprendedora que resalta en la forma de organización peruana, a diferencia de otros países de la región?
The pic is by Jazmin Goicochea Medina and was took it during fieldwork for my master’s thesis “Tejiendo desbordes en la relación de las mujeres de los comedores populares de Lima y el Estado peruano.”
Comments